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Ser feliz, neurociencia y deseo? (página 2)




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2

¿Qué hace
que nuestra vida tenga sentido? ¿Cómo logramos
eso?

Nuestro camino hacia la felicidad comienza con la
seguridad de
nuestras necesidades básicas tanto fisiológicas
como psicológicas.

Entre las primeras se encuentran aquellas que aseguran
nuestra supervivencia, como cobijo y comida (pues no hay duda de
que para ser feliz hay que estar vivo primero). Cuando
éstas no están satisfechas puede resultarnos
más difícil centrarnos en las necesidades
psicológicas esenciales, pero ambas son necesarias para
nuestro bienestar y satisfacción y no se excluyen
mutuamente. Las necesidades psicológicas primordiales son
las siguientes:

1.      Libertad y
autonomía: es la sensación de que lo que hacemos lo
hemos elegido libremente y no nos hemos visto obligados a
ello.

2.      Creer en uno mismo:
esencialmente significa tener la certeza de que somos fieles a
nosotros mismos y hacemos aquello en lo que creemos.

3.      Mantener relaciones
personales satisfactorias.

4.      Sentir que somos
competentes en algo.

Los dos primeros puntos son, posiblemente, los
más complicados, pues muchas veces sentimos que la vida
nos arrastra en una dirección que no es la que
elegiríamos libremente, y mantenernos fieles a nosotros
mismos no siempre es fácil. ¿Cómo lograrlo?
 

La clave está
en el autoconocimiento

Es muy difícil que una persona sea fiel
a sí misma si no sabe quién es, si no tiene claras
sus metas en la vida, sus deseos, su vocación.

Si nos preguntamos qué es lo que hace que nuestra
vida tenga sentido, la respuesta a esta pregunta está en
nuestro propio interior, en el lugar donde se encuentra nuestra
verdadera esencia, nuestro yo más profundo, nuestra
vocación, la fuente de nuestra vitalidad y la fuerza que nos
empuja en una dirección determinada. Cuando lo que
realizamos con nuestra vida está de acuerdo con nuestro
verdadero yo y estamos totalmente comprometidos con lo que
hacemos, es entonces cuando nos sentimos más vivos y
más auténticos que nunca, porque nos estamos
permitiendo ser quienes realmente somos. La felicidad al
estilo más hedonista es pasiva, implica estar tranquilos,
lejos de los problemas,
pero es probable que tengamos que pagar el precio de ver
reducida nuestra vitalidad, que ha dejado de ser necesaria, y va
menguando en nuestro cuerpo y en nuestra mente mientras ese
estado de
sopor que acompaña a la quietud la sustituye. La verdadera
felicidad, en cambio,
está más asociada con el reto y el esfuerzo.
Primero es necesario conocerse lo suficiente como para descubrir
nuestra verdadera naturaleza y
vocación y después es necesario luchar por
realizarnos de acuerdo con ella.

El miedo a
conocerse

El camino hacia la felicidad nos exige ser fieles a
nosotros mismos, pues quien se miente a sí mismo
jamás sabrá quién es ni hacia dónde
se dirige. Pero oculto en lo más profundo de nosotros
está también nuestro lado oscuro, lo que más
tememos, lo que no queremos admitir, ni ver, ni saber; nuestros
traumas del pasado, nuestras dudas y debilidades, nuestra
vergüenza.

El joven protagonista del relato jugaba a ser
médico en un hospital de apariencias, mientras su
verdadera vocación se iba atrofiando, hasta que se
abrió la puerta del ala oeste. ¿Qué
había tras ella? Probablemente la verdadera enfermedad y
la miseria; personas desahuciadas que necesitaban algo más
que una operación de apendicitis; el enfrentamiento con
la
muerte.

Tal vez meterse de lleno en ese mundo y tratar de hacer
algo por sus tristes habitantes era la verdadera vocación
de ese médico, aquello a lo que le empujaba su verdadero
yo. Quizás un camino doloroso, pero el suyo, aquél
que le habría provocado satisfacción y felicidad si
hubiera tenido el valor de
atravesar la puerta y enfrentar sus miedos.

¿Quién
es más feliz?  

¿En qué países es más feliz
la gente? ¿Cuál es la forma de ser de las personas
más felices? ¿Qué es lo que nos hace
más felices? ¿Somos felices los dominicanos? Los
psiquiatras han tratado de responder a estas preguntas estudiando
grandes grupos de
personas en diferentes países.

  • Felicidad y
    matriarcado

Según Erich Fromm cada ser humano tiene un
derecho incondicional a la felicidad en la vida y esta felicidad
reside básicamente en el despliegue armónico de la
propia personalidad.
Afirma que el tipo de organización social que más puede
contribuir a la felicidad es un matriarcado, cuyos valores,
instituciones
y actitudes se
oponen a las de la sociedad
patriarcal capitalista en la que hemos estado viviendo durante
unos 4.000 años, demasiado preocupadas por el deber y la
obediencia.

"El individuo y la
sociedad patriarcales se caracterizan por una serie de rasgos
entre los que predominan los siguientes: un superego estricto,
sentimientos de culpa, amor
dócil hacia la autoridad
paternal, deseo y placer por dominar al débil,
aceptación del sufrimiento como castigo por la propia
culpa y una capacidad para ser feliz dañada. La sociedad
matriarcal, por el contrario, se caracteriza por un sentimiento
de confianza optimista en el amor
incondicional materno, muchos menos sentimientos de culpa, un
superego más tenue y una mayor capacidad para el placer y
la felicidad. Junto con estos rasgos también se desarrolla
la idea de la compasión maternal y el amor por los
débiles y otros necesitados de ayuda".

  • De todo lo que tenemos,
    ¿qué nos hace más felices?

En un estudio realizado en 22 países, incluida
Inglaterra, se
vio que, de todo lo que tenemos, lo que más feliz nos hace
son, en primer lugar, las relaciones con familiares y amigos (el
40 % dice sentirse muy feliz con ellas), después el nivel
de confianza en sí mismos y en tercer lugar la religión. Más
abajo está la vida sexual (19 %), los bienes
materiales
(17%) y la cantidad de tiempo libre
(15 %). Sólo un 8 % se siente muy feliz con la cantidad de
dinero que
tiene.

En 20 de los 22 países, con lo que la gente
está más feliz es con las relaciones personales.
Las dos excepciones son Nigeria, donde la mayor felicidad se
relaciona con la religión y Venezuela,
donde la mayor felicidad tiene que ver con la autoestima.
Los más felices con su vida sexual son los venezolanos,
seguidos de los brasileños y los estadounidenses. Los
más decepcionados con su vida sexual son los chinos y los
franceses.

En cuanto al dinero, su relación con la felicidad
es complicada y contradictoria. En general la gente no se siente
muy feliz con el dinero que
tiene (sólo el 8 %, como hemos indicado) y piensan que
serían más felices si tuvieran más, pero las
investigaciones contradicen esta
afirmación. Cuanto más énfasis ponga una
persona en el dinero y los bienes materiales a la hora de
conseguir la felicidad, más probabilidades tiene de no
alcanzarla, mientras que si su felicidad está asociada con
la confianza en sí mismo es más probable que
consiga ser feliz. Es decir, para la gente más feliz la
clave de la felicidad está en creer en uno mismo: elegir
sus propias metas, ser fiel a uno mismo…

  • ¿Cómo son los
    "países felices"?

Un estudio realizado en 48 países, mostró
que la gente es más feliz en los Países Bajos,
seguidos de Islandia, Dinamarca, Suecia, Irlanda, Suiza,
Australia y los Estados Unidos.
España
se encuentra en el números 20, con una puntuación
de 6´8 en una escala de
felicidad del 1 al 10. La República Dominicana ni cuenta,
porque aquí la felicidad se desestima.

Las características que tiene que tener un
país para que sus ciudadanos sean más felices son
las siguientes: riqueza; seguridad; autonomía y libertad,
tanto personal como
política;
igualdad,
principalmente entre mujeres y hombres y entre clases
sociales, ya que la falta de igualdad da lugar a
frustraciones e impone restricciones que impiden ser feliz;
cultura;
espiritualidad, definida como la creencia en un ser superior que
hace que la vida tenga sentido; tolerancia.

La gente es también más feliz en los
países más individualistas, donde se rechaza el
autoritarismo. Cuanto más implicado esté un
país en ayudar al pobre más felices son sus
habitantes. Cuanto más militarizado esté un
país, más infelices; y por último, parece
ser que la gente es más feliz en los países con
más índices de desempleo.

Aquí hay que matizar que si bien la persona cuyo
trabajo se
corresponde con su vocación suele ser feliz
haciéndolo, aquellos en los que no es así, tienden
a ser más felices cuando están desempleados. La
felicidad no está relacionada con la densidad de
población ni con su crecimiento, como
podría pensarse. Por lo visto, apiñados
también podemos ser felices. En definitiva, cuanto
más moderno es un país, más felices sus
habitantes.

  • ¿Y cómo son las
    personas felices?

-        
Mantienen relaciones personales de calidad
(aquellas en las que nos sentimos comprendidos, nos divertimos
y podemos expresar nuestros sentimientos).

-        
Realizan un trabajo que les aporta satisfacción
personal.

-         Son
más abiertas a las experiencias y piensan que controlan los
acontecimientos de sus vidas, mientras que los más
infelices se ven como marionetas del destino y tienden a
reprimir sus emociones.

-        
Tienden a ver las cosas de forma más positiva, se ven
menos influidos por los resultados negativos y tienden a
rechazar más las oportunidades que no están
disponibles para ellos.

-         Se
ha visto que la edad, inteligencia, estatus social, ingresos y
educación no parecen tener mucha
influencia en la felicidad de la gente.

-        
Cuanto mayor sea la salud física y mental, la
resistencia
psicológica y el nivel de energía; mayor
felicidad.

Pero, si además vivimos en un país rico y
moderno, tanto mejor. Si embargo, ¿qué pasa si no
tenemos todo esto? En ese caso la clave está en aprender a
ser felices con el mismo proceso de
búsqueda de felicidad y a través de nuestro camino,
más o menos tortuoso, hacia ella, (siempre y cuando
caminemos la senda de nuestro verdadero yo). Porque si la
felicidad nos resiste, bien sabido es que la esperanza se
encuentra en todas partes.

El camino hacia la
felicidad  

Hasta ahora hemos hablado de la importancia de conocerse
a uno mismo. Ahora vamos a ver algunas técnicas
que pueden ayudarnos en esta complicada pero fructífera
tarea.

La mujer loca: una
historia acerca
del miedo a la vida

Guy de Maupassant escribió en el siglo XIX, un
sobrecogedor relato de una mujer que permaneció en la cama
sin hablar ni moverse durante 15 años a raíz de la
muerte de su
marido, de su padre y de su hijo recién nacido, en el
plazo de un mes. Estalló la guerra y los
soldados ocuparon las casas. El oficial al mando, un hombre
violento y orgulloso, se empeñó en que ella
debía levantarse y presentarse ante él. Como ella
no respondía, ordenó a los soldados que se la
llevasen y estos la alzaron, con colchón incluido, y la
sacaron de la casa. Nunca más volvió a saberse nada
de ella, hasta que el narrador de la historia se adentró
en el bosque varios meses después, cuando los soldados ya
se habían retirado. Allí fue a toparse por azar con
un cadáver humano e inmediatamente supo que
pertenecía a aquella mujer. Los soldados la dejaron
allí, pensando que de ese modo no tendría
más remedio que levantarse y volver por su propio pie,
pero ella simplemente se dejó morir.

¿Por qué esta mujer no fue capaz de
afrontar esas muertes? ¿Qué sintió?
¿Qué sombra emergió de las profundidades de
su subconsciente? A veces, simplemente no podemos. No sin ayuda.
Somos humanos y estamos limitados. Pero la mayoría de
nosotros no estamos postrados en una cama negando la vida.
Tenemos recursos,
energía, salud, deseos de ser felices, de evolucionar y
desarrollarnos. ¿Es que estamos capacitados para emprender
el viaje del autoconocimiento, con o sin ayuda de otras personas?
 

Comenzando el
viaje: afronta tus sentimientos. ¿Qué hago?
¿Qué pienso? ¿Qué
siento?

Saber responder a estas tres preguntas es fundamental.
Tenemos que aprender a estar en contacto con nuestros verdaderos
sentimientos, reconocerlos, aceptarlos y trabajar con ellos en
caso necesario. Eso supone analizarnos a nosotros mismos, pensar
e interpretar nuestro comportamiento.

1. ¿Qué hago?

Obsérvate; advierte tu comportamiento, tu forma
de reaccionar ante los demás y ante las distintas
situaciones de tu vida. Observa también las reacciones de
los demás ante tu conducta. No
vayas siempre por la vida olvidando continuamente tu
pasado.

2. ¿Qué pienso?

Observa lo qué pasa por tu mente en cada
situación, lo que te dices a ti mismo. Trata de saber por
qué piensas lo que piensas y no algo diferente, por
qué adquieres ese punto de vista y no otro de los muchos
posibles. Esto te dará una información valiosa acerca de quién
tú eres.

3. ¿Qué siento?

Analiza tus sentimientos cuando surjan. ¿Se trata
realmente de rabia o hay algún miedo asomando
detrás? ¿Qué es esa tristeza, de
dónde viene, qué marcha mal en tu vida para que te
sientas así? A veces sencillamente no sabemos lo que
estamos sintiendo. Averígualo y ponle nombre. No tengas
miedo de reconocerlo. Admite que son celos, envidia,
resentimiento, miedo. Sólo admitiéndolos ante ti
mismo podrás manejarlos de forma adecuada.

4. Tu reflejo en los demás

Busca lo que más detestas o admiras en los
demás; pueden darte una pista sobre tus virtudes y tus
defectos. Si una persona te resulta odiosa es posible que
estés viendo en ella una parte de ti mismo que te
desagrada. Por el contrario, si te sientes atraído, por
ejemplo, por los artistas, es posible que lleves un artista
dentro que quiere salir al exterior.

5. Tus deseos

¿Qué es lo que quieres? ¿Qué
necesitas? ¿Están satisfechos esas necesidades y
esos deseos? ¿Te estás dejando llevar por los
deseos de los demás, por lo que deberías querer en
vez de lanzarte en busca de lo que deseas de verdad? Hazte estas
preguntas y respóndelas con sinceridad. Te ayudarán
a vislumbrar cuál es tu verdadero camino.
 

Otras formas de
autoconocimiento

1. La psicoterapia

La psicología profunda y
la humanista incluyen las grandes corrientes que más
hincapié han hecho en el desarrollo del
individuo. La más conocida, dentro de la psicología
profunda, es el psicoanálisis de Freud, pero tal
vez la que más ha profundizado en esta búsqueda del
verdadero yo es la psicología analítica de Carl G.
Jung. Para él la terapia consiste fundamentalmente en
integrar las distintas partes de nuestra psique, llamadas
arquetipos, que podríamos considerar como diversas
subpersonalidades dentro de nosotros que muchas veces funcionan
de forma aislada, empujándonos en direcciones diferentes e
incluso opuestas y que nos llevan a sabotear nuestra propia vida,
nos impiden hacer aquello que deseamos, nos hacen sentir a veces
como marionetas o nos dan la sensación de que no
controlamos nuestra propia existencia. Una de las partes
más difíciles de integrar es lo que Jung
llamó la sombra, que es todo lo negativo que hay en
nosotros y que hemos excluido de la conciencia, pero
también todas esas cualidades positivas que no queremos
aceptar por ser consideradas inapropiadas (lo que no se considera
propio de nuestro sexo, lo que
es visto como infantilismo, debilidad, o poco integrado). Este
proceso que lleva a una persona a realizarse como ser completo y
constituido es lo que llamó proceso de
individuación y se manifiesta en la terapia a
través de los sueños, la imaginación activa
y la transferencia/contra transferencia entre paciente y
terapeuta. (Véase mi ponencia: La Transferencia en la
psicoterapia
).

2. El arte

El arte es probablemente el medio más antiguo que
ha utilizado el ser humano para expresar sus emociones y
sentimientos más profundos. Cuando pintamos, esculpimos,
escribimos relatos o poemas,
componemos canciones o llevamos a cabo cualquier otra forma de
expresión creativa espontánea, estamos
adentrándonos en nuestro mundo interior y sacando de
allí algo que expresa quienes somos, qué sentimos o
qué nos preocupa. El simple hecho de expresarnos de este
modo ya nos acerca más a nosotros mismos, pero el trabajo
será más completo si después analizamos
nuestras obras, tratamos de traducir a palabras lo que ya hemos
dicho con imágenes y
acabamos de hacer consciente su significado. No es necesario
tener dotes artísticas especiales, ni hace falta llegar a
realizar una magnífica obra de arte, basta con que sea un
trabajo creativo. Cualquier persona tiene la capacidad necesaria
para hacerlo, sólo necesita encontrar el modo más
adecuado para ello. (Véase mi ponencia: Del arte, de
los atuendos, de las apariencias, y de otros asuntos de
importancia
).

3. Los sueños

Generalmente, lo que aparece en nuestros sueños
guarda relación con algún tema que nos preocupa.
Pero la mayoría de las veces no sabemos de qué se
trata porque los sueños tienen su propio lenguaje, que
es el lenguaje
del subconsciente, que forma parte de nuestra personalidad
más profunda y que puede ser diferente para cada persona.
Podemos soñar, por ejemplo, con un pájaro posado en
el dintel de una ventana. Pero, ¿qué es para
nosotros un pájaro? Su significado no tiene por qué
ser el mismo para todas las personas y la "traducción" de la palabra pájaro
usada en el sueño a un lenguaje que nos sirva para
interpretarlo puede ser diferente según quién sea
el soñador en cuestión. Para una persona
determinada, pájaro puede significar libertad; para otra,
fragilidad, para un dominicano, homosexualidad. Somos nosotros los que creamos el
lenguaje de nuestros sueños y la principal autoridad a la
hora de interpretarlos. Para ello podemos imaginarnos que somos
nosotros los elementos que aparecen en nuestros sueños y
luego tratar de dar una definición más amplia de lo
que somos, lo que sentimos, de nuestra utilidad. Por
ejemplo: "Soy un pájaro en el alféizar de la
ventana que no se atreve a volar"; "soy un vaso de cristal que
cae al suelo y, a pesar
de eso, no llega a romperse". Cada detalle que aparece en nuestro
sueño ha sido escogido por nuestro subconsciente porque
tiene un significado especial que podemos llegar a analizar de
esta manera.

4. El
conocimiento

La sabiduría de otros puede ser también tu
sabiduría. La persona que se centra en conocerse
sólo a sí misma sin tratar de ampliar su conocimiento a
nivel general, estará haciendo algo parecido a tratar de
dilucidar qué objeto tiene delante observando un
sólo de sus átomos: nunca lo descubrirá.
Cada persona forma parte de la historia de la humanidad, en
general, y de la historia de su crecimiento, en particular. Una
niña o un niño cualquiera pudieron haber sido
educado por una persona que vivió una guerra, quien,
posiblemente, le transmitirá unos valores y puntos de
vista diferentes de los de una persona que ha vivido siempre en
tiempos de paz. De nuestros padres y de nuestros abuelos hemos
heredado algo más que los genes. Su pasado es
también nuestro pasado y conocerlo es fundamental para
saber quienes somos.

Tenemos que
hilvanar nuestra historia…

Los grandes (o pequeños) pensadores de todos los
tiempos han examinado el alma humana y
a través de sus escritos nos hablan todavía de
nosotros mismos y nos ayudan a descubrirnos. ¿Acaso no
seguimos sintiendo las mismas emociones que con tanta
maestría plasmó Shakespeare en
sus obras a pesar de haber pasado tanto tiempo? ¿Acaso no
podemos sentirnos todavía identificados con el tumulto de
emociones contenidas que estallan en los poemas de Emily
Dickinson? ¿No seguimos viendo a Epicuro al mirar a
algunos de nuestros amigos? ¿No escribió Miguel
Delibes una novela llamada
El Camino hace ya 60 años? (Véase mi
ponencia: La importancia de entretejer la historia personal:
El hechizo fascinante de la coherencia del ego
).

Si no tienes claro quién eres o hacia
dónde te diriges… No tengas prisa, como lo hiciera Lucia
en mi ponencia: El determinismo cósmico y la influencia
de los ritmos circadianos en el comportamiento del ser
humano
).

Necesitarás meses o incluso años para
encontrar el sentido de tu vida, y el proceso de autoconocimiento
durará hasta tu muerte. Al fin y al cabo, sería
aburrido si fuese de otra forma. En numerosas ocasiones podemos
recurrir a la mitología para encontrar aquél
mito que
parece describir el lugar de nuestro camino donde nos encontramos
en cada momento. El mito de Perséfone es quizás uno
de los más significativos.

Perséfone

Perséfone era la hija de la diosa Deméter.
Un día, mientras se entretenía recogiendo flores en
una pradera, fue secuestrada por Plutón (también
llamado Hades), el señor de los muertos, para que reinase
con él en el mundo subterráneo. Deméter,
encolerizada y afligida, juró que la tierra no
volvería a ser fértil nunca más mientras su
hija no le fuese devuelta. Entonces Zeus ordenó a
Plutón que liberase a Perséfone y éste le
dijo que lo haría a condición de que ella no se
llevase nada de su mundo. Sin embargo, Perséfone no pudo
evitar coger una flor, de manera que Zeus estipuló que
tendría que pasar dos tercios del año con su madre
y otro tercio con Plutón en el mundo inferior. De este
modo, cuando ella regresa, el mundo se llena de flores y
fertilidad, mientras que cuando está con Plutón las
semillas quedan ocultas bajo la tierra.

Este ciclo de la vida y la Naturaleza se repiten
también en nosotros, que al fin y al cabo somos parte de
ella.

Cualquiera que aspire a un conocimiento profundo de
sí mismo, debería sumergirse en su interior
cíclicamente y traerse de allí algo que pueda sacar
al exterior y enriquecer así su personalidad, su vida y la
de los demás. ¿De qué nos sirve conocernos,
adentrarnos en nosotros mismos y analizar una y otra vez nuestros
sentimientos si luego no hacemos nada positivo con todo eso?
Igual que Perséfone, cada vez que nos adentremos en
nuestro interior deberemos salir de allí con una florcilla
en las manos. Existe y debe existir una interconexión
entre lo que sucede en nuestro interior y lo que sucede fuera. Es
imposible lograr un desarrollo
personal y un autoconocimiento pleno si no somos conscientes
de que formamos parte de un sistema mayor y
de la misma Naturaleza, cuyos recursos no debemos consumir sin
ofrecer algo a cambio. El camino del autoconocimeinto debe ser,
por tanto una espiral que avanza hacia delante al mismo tiempo
que nos vamos orientando alternativamente hacia dentro y hacia
fuera de nosotros mismos, hacia nuestro interior y hacía
el mundo, tomando y ofreciendo, enriqueciendo nuestra
personalidad y ayudando al enriquecimiento de los
demás.

¿Cómo
puedes saber si estás siguiendo tu camino?

Tal vez algunas de las cosas que nos suceden en la vida
dependen del azar (que no existe en estado de pureza) y la
suerte. Pero todos sabemos que no encontraremos lo que
necesitamos si estamos buscando en el lugar equivocado.
¿Qué pasa si en este camino que es nuestra vida
hemos seguido un sendero erróneo? ¿No es de esperar
que en ese camino que no es el nuestro no encontremos nada que
nos satisfaga por completo?

Cuando una persona está siendo fiel a sí
misma y está, por tanto, en su camino, encuentra
más fácilmente aquello que necesita. Algunos se
lamentan, por ejemplo, de ir a dar siempre con las personas
equivocadas, que aparecen en su vida "por accidente", que son
siempre el mismo tipo de gente inapropiada, con quienes no se
sienten a gusto y que nada tienen que aportarle. No sólo
en las relaciones, sino también a nivel laboral y en
otras muchas áreas de sus vidas, la mala suerte parece
perseguirles hagan lo que hagan. Quien está en su camino,
en cambio, está siendo fiel a sí mismo y
está mostrando al mundo su verdadero rostro, no un yo
falso, por lo que no es extraño que atraiga a un tipo de
personas que hacen que se sienta bien y le aporten algo. Por lo
tanto, el principal indicador de que no estamos en el lugar
correcto es esa sensación de que nada de lo que nos
sucede, sea bueno o malo, es adecuado para nosotros y nuestro
crecimiento.

No obstante, aquí conviene recordar cómo
los protagonistas de la conocida novela La Ciudad de la
Alegría
encuentran satisfacción personal en uno
de los barrios más pobres y miserables de Calcuta,
rodeados de muerte, enfermedad, suciedad y hambre. Da igual si tu
camino es un lecho de rosas o un
sendero de piedras y espinas. Te sentirás bien si
estás viajándolo, porque es tu lugar en el mundo y
el sentido de tu vida sólo lo encontrarás
allí.

En
resumen

Para el crecimiento de mis pacientes, he hecho un
hábito el de concebir escritos espirituales, basados en
sus experiencias, que les ayuden a viajar felizmente el sendero
de sus vidas.

Este artículo es otro intento a darles
direcciones para atravesar sin obstáculos, el derrotero
que ellos mismos trazaran en nuestras largas sesiones.

Bibliografía

Suministrada por solicitud.

 

Dr. Félix E. F. Larocca

Partes: 1, 2
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